Baño turco.
Estambul, abril 2005
Plaza de Sultanahmed. Al fondo la Mezquita de Sultanahmed o Mezquita Azul, Estambul. |
-Hola buenas, nos han dicho que este local es mixto..... (casi todo el mundo chapuerrea y entiende el español, el inglés y otros muchos idiomas bastante bien). -Sí, sí.... aquí toallas, quitar toda la ropa, allí sauna, luego masaje. -¿Toda la ropa? ¿masajista hombre o mujer? - Sí, sí, toda la ropa; masajista hombre para usted (obviamente se dirigía a Manolo) y mujer para señora. -Oye Manolo, yo no me pienso quitar las bragas, pero tu tampoco te quitas los calzoncillos. Pasamos enroscados en la toalla, ya se sabe, los hombres en la cintura y las mujeres debajo de los sobacos, a la sauna, calor húmedo y asfixiante y nos tumbamos en una plataforma grandota de mármol blanco a medio metro del suelo, donde había otros tres señores tumbados y tapados con sus toallas, por lo que no sé si llevaban o no calzoncillos (menos mal que estaba yo allí para que fuera mixto). Y allí vuelta y vuelta, dejando todos nuestros jugos corporales y abriendo los poros al tamaño de una moneda. Mientras, nuestros compañeros de plataforma fueron desapareciendo uno a uno, al masaje, se supone. Cuando ya nos estábamos casi cociendo en nuestro propio jugo nos llamaron para el masaje. Y no, no era “hombre para usted y mujer para señora” sino dos chicos de entre 18 y 22 años enroscados en sendas toallas y con una sonrisa, diente si, diente no, los que nos iban a hacer los honores. Bueeeeeeno! ¡Toallas fuera! La primera parte consiste en que te ponen de pie en una pared y te riegan a presión, agua fría, templada, caliente, zas, fría otra vez, como si te estuvieran desinfectando de un escape nuclear y cuyo objeto no sé si era que los poros fueran a su condición natural o sólo darles un susto. Después unos baños en una pila y, con una funda de almohadón inflada a modo de globo y con mucha espuma, nos dan unos repasos por todo el cuerpo para quitarnos la pringue de la sauna y relajar la piel. Muy agradable, la verdad. Y por último, ¡tachín! el masaje. No son camillas al uso, sino unas encimeras de mármol que a mi me recordaban mucho a las de las autopsias, pero bueno, nos abstraemos de eso, y, eso sí, Manolo y yo estamos en la misma sala. Boca abajo. Y empiezan..... el cuello, la espalda, los hombros.... hummm... sí es gustoso, sí, van a tener razón los apologistas de estas cosas. - Chiqui (esa soy yo), ¿estás bien? -Sí, sí, hummm. Me relajo... De vez en cuando noto un cacillo de agua tibia, que gustillo.... La espalda está casi lista, empezamos con los brazos, fuera tensiones de brazos! Manos expertas las de estos turcos.... estiramiento del brazo hacia atrás y..... Dios! Mi mano se topa con algo duro de lo que sólo me separa una toalla. Automáticamente la muñeca se dobla en ángulo recto , los dedos se encogen y el codo hace esfuerzos por plegarse sobre sí mismo. -Chiqui, ¿qué tal? - yo bien, pero éste.... El éste estaba armado hasta la bandera. Le miro a ver si cae en que tiene problemas, me sonríe, diente sí, diente no, como una margarita a medio deshojar y durante un rato los dos nos hacemos los suecos, salvo mi brazo que sigue empeñado en imitar al de la mantis religiosa. Ya no puede más, cacillo de agua tibia para mi, cubo de agua helada para su toalla, pero está potente, su tienda de campaña no se hunde ni con una toalla mojada encima, y mira que pesa. Su compañero se ha dado cuenta y sonríe, Manolo ha dejado de concentrarse en su masaje, está muy divertido, me manda mensajes: - “Anda que se corta estando yo aquí”, “se echa más agua él que a tí” “y el mío, a ver si va a querer cambiar con el tuyo” “a ver si va a perder aceite y le gusto más yo...je je je...” Y así un rato, échandose agua helada encima cada dos por tres; cualquier otro hijo de vecino hubiera terminado sacándosela con un palillo, como los caracoles. Terminamos con los brazos y empezamos con las piernas. Mucho mejor porque de cintura para arriba estoy agarrotada. Los tobillos, las pantorrillas, los muslos, los muuuslos, eeehhhhhh! Noto como sus dedos pulgares inician una excursión por dentro de mis bragas, ¡menos mal que llevo bragas! Como un resorte le agarro de la muñeca y le indico, muy amablemente, eso sí, que desde las bragas hasta dónde el puede empezar a masajear tiene que dejar una cuarta por lo menos. No obstante, el culo ya se me ha puesto en tensión y sigue así hasta el final.
Manolo con Santa Sofía al fondo. |
Estambul es de las ciudades más bonitas y con más historia del mundo y sus gentes muy cercanas y muy amables. Es un viaje que recomiendo a todo el mundo, incluyendo la divertida experiencia del baño turco mixto. En nuestra web se puede encontrar una guía hecha por Manolo para disfrutar de todo Estambul a tope y sin perder tiempo.
Por mi parte, después me han dado más masajes, pero no termino de relajarme, así que este año para ver la cosa desde otro punto de vista, me he apuntado a un curso para aprender a darlos. Hay que rematar las cosas....
Joder, allí no voy con mi mujer..., muy gráfica tu explicación Marta..., y muy instructiva...¿Conoces algún baño Turco con chicas masajistas.?
ResponderEliminarGracias por tu blog.
J.Vt.
brosquil69@hotmai.com