La sandía.
Verona, junio 2007
Tumba de Julieta, Verona. |
Estamos el Núcleo Duro, Simarro y mi señora madre. Después de una intensa mañana de patearnos Verona con un calor de muerte buscando entre otras cosas la tumba de Julieta, nos sentamos a comer en un chiringuito de una placita. ¿Postres? Pasaban por allí carritos donde se vendía fruta, bien entera, bien a trozos en un vaso de plástico, pero no se podían comprar para consumir en las mesas como suele pasar en estos casos. Todos menos mi madre pasamos directamente al limoncello (una clavada por cierto), pero a mi madre le apetecía sandía fresquita. -“Chincue limonchelo y una porchione de “sandía” para la señora, per favore”- le pedimos al camarero. Nuestro italiano de una semana no daba para decir sandía, aunque el resto, como se ve, lo dominábamos bastante bien, no obstante intentamos explicarle lo que es una sandía mientras Manolo echa mano a su PDA para buscarlo en el diccionario: “Sandía es una fru......”. Pero nuestro aguerrido camarero nos corta presto: “no, no, yo sé un piu españolo, “sándia” en italiano se diche doménica”. Ah! Estupendo! Pues entonces, “chincue limonchelo y una doménica para la señora, per favore”. Si es que los idiomas no se nos resisten.
Nos traen los limoncellos, pero no la “doménica”. Esperamos. Fito, que para eso es el “imperator” y que sólo verlo y oírlo invitan a llamarle de usted, hacía de portavoz. “Per favore, la doménica para la señora....”. Nada, que no hay forma. Ni caso. Veinte minutos esperando y reclamando la sandía y nada. ¿Será grosero el tío?. Probamos suerte con otro. “Per favore, hace molto tiempo que esperar la doménica para la señora....” . Nos mira, alza las cejas con cara de perplejidad, se va, habla con el otro.... y otra vez a esperar. ¡Esto es inaudito! Mi señora madre, ya incómoda, tampoco era de vida o muerte tomar sandía... “Bueno, hala, nos vamos, que le den a la sandía, no vamos a perder la tarde aquí.... es el colmo, vamos...!”. Último intento, ya con cara de pocos amigos: “¿es que no hay doménica? ¡o nos traen la doménica ya mismo o la cuenta y nos vamos!” Ya no nos esforzábamos en hablar italiano, no se lo merecían.
El balcón de la casa de Julieta. |
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