Mi primer cuento: Bartolo

Había en La Viña, la casa en mitad del campo manchego que empezó a construir mi bisabuelo allá por los años veinte del siglo pasado, un gramófono antiguo, con su gran bocina amplificadora, su pesada aguja y su manivela para darle cuerda, donde mi padre ponía discos de algún material anterior al vinilo y que él escuchaba cuando era chico. Ahora, ese preciado instrumento, limpio y restaurado por mi hermano, destaca en un lugar de honor de su casa. Siempre le estaremos eternamente agradecidos por haber rescatado del polvo, la carcoma y el olvido muchas de esas cosas que fueron, sin que entonces nos diéramos cuenta, elementos entrañables de nuestra infancia.
Pues bien, uno de esos discos era el de Bartolo, un cuento con partes musicales, que llegué a aprenderme de memoria. Me gustaba. Quizá ya vislumbraba que la humildad de corazón tiene un punto de satisfacción personal.
Cuando tenía la friolera de 8 años, decidí escribir mi primer cuento: Una versión ilustrada de Bartolo. Como puede observarse, la ortografía no estaba aún muy pulida y parece que en las páginas 1 y 2 puede haber cierta colaboración de mi madre. También recuerdo a mi padre dictándome alguna estrofa hartico ya de escuchar lo mismo toda la tarde.
El material para colorear se componía, casi en exclusiva, de una caja de rotuladores y un práctico boli de 12 colores que, aunque resultaba un poco gordo, era muy práctico y te lo podías llevar a todos sitios.
Pues aquí os dejo con Bartolo, mi primer flamante cuento de 7 hojas.



BARTOLO TENÍA UNA FLAUTA

Comentarios

  1. Olé Marta... vaya vocabulario que ya utilizabas a los 8 años, y qué sentimientos. Me ha dejado sorprendida tu cuento de Bartolo... fenomenal

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