Juana la Loca ¿estaba loca?
Retrato de Juana I (Juan de Flandes) |
Juana fue una mujer rebelde, muy inteligente, muy preparada y muy culta, víctima de las manipulaciones y la ambición de los hombres de su entorno más cercano (su marido, su padre y su hijo) en una sociedad temerosa de Dios y miras estrechas impuesta por los Reyes Católicos.
Por qué fue reina Juana la Loca.
Como era costumbre en la época, los reyes concertaban los matrimonios de sus hijos para asegurar posiciones políticas, territoriales, diplomáticas, etc., y los Católicos no iban a ser menos.
Los Reyes Católicos Anónimo |
Sin embargo este matrimonio no duró mucho. Alfonso se murió al cabo de un año y, aunque Isabel quiso meterse en un convento, sus padres no se lo permitieron y la volvieron a casar, con el nuevo rey de Portugal Manuel I El Afortunado.
2.- El único varón, Juan -n. 1478-, fue educado maravillosamente bien por sus padres que “no repararon en gastos”. A él le casaron con la archiduquesa de Austria, Margarita, hija del emperador Maximiliano I de Habsburgo . Aunque era un matrimonio de conveniencia, los chicos se enamoraron mucho. Juan tuvo la mala suerte de enfermar de viruela. A esto se juntó que Margarita era muy fogosa y practicaban el sexo con mucha frecuencia. Muchas más que la que el débil Juan podía aguantar y, a pesar de que los médicos le advirtieron que debería descansar y no mantener tanta actividad sexual, ni ellos ni sus padres hicieron caso. Se murió agotadito a los 19 años.
Así que Isabel volvió a ser la legítima heredera. Sin embargo Isabel murió en el parto de su hijo Miguel con 29 años. El niño moriría un año después.
3.- Juana -n. 1479-, de la que hablaremos más adelante.
4.- María -n. 1482-. Educada con esmero como el resto de sus hermanos, a María la casaron con el viudo de su hermana Isabel, el rey portugués Manuel I. Fueron felices y tuvieron 10 hijos. Murió de parto en 1517 y este último hijo tampoco sobrevivió mucho tiempo.
5.- La pobre Catalina -n. 1485-, que, aunque como su hermana Juana tuvo una vida más larga que el resto de sus hermanos, también fue muy desgraciada.
Su destino era ser la esposa del príncipe Arturo de Inglaterra, pero este murió poco tiempo después de la boda sin haber consumado el matrimonio, según dicen. Después se casó con Enrique VIII, aunque tuvo que esperar a la mayoría de edad de su su nuevo prometido, 6 años más jóven. Tanto Enrique como Catalina eran personas muy preparadas y muy cultas y se entendían muy bien. Sin embargo, la falta de hijos fue un gran problema. De los múltiples embarazos que tuvo Catalina, solo sobrevivió María, que luego sería la reina María I Tudor, apodada María la sanguinaria: Bloody Mary.
Para asegurarse la descendencia, Enrique VIII quiso anular el matrimonio y casarse con Ana Bolena. El papa se opuso, hubo el cisma, se constituyó la Iglesia anglicana y toda esa parte de la historia que dejamos para otro momento.
Como Catalina no aceptaba los términos del divorcio impuesto por Enrique, este la mantuvo encerrada los últimos años de su vida. Murió en 1536.
Juana la Loca.
Juana I de Castilla nació en Toledo el 6 de noviembre de 1479. Fue la tercera de los cinco hijos que tuvieron Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, los Reyes Católicos.
Como infanta que era y al igual que sus hermanos, fue educada en las formas corteses de la época, las artes, las letras, música, danza, idiomas, equitación y devoción religiosa entre otras disciplinas. También estaba versada en política y en el cumplimiento de sus responsabilidades como infanta, pero al ser solo infanta y no heredera de la corona, cargo que recaía en su hermano Juan, príncipe de Asturias y Gerona y 8 años menor, no fue instruida en las disciplinas territoriales, de gobierno y mando.
Sin embargo, desde muy joven empezó a rebelarse en cuanto a las prácticas y el pensamiento religioso se refiere, para desesperación de su madre que trató de ocultar ese comportamiento “anómalo” de su hija.
Felipe el Hermoso (Anónimo) |
Juana I de Castilla |
Cuentan las crónicas que Juana fue despedida por su madre y hermanos con mucha pompa y mucho boato cuando partió a Flandes en una flota de barcos de “ultima generación” a reunirse con su amado.
Juana y Felipe, que no se conocían previamente, se enamoraron y durante un tiempo estuvieron bien. Además, la corte borgoñona-flamenca, exuberante y alegre, chocaba con el ambiente religioso, austero y sobrio impuesto por los Reyes Católicos y a los que Juana estaba acostumbrada y le complacía. Sin embargo, Felipe pronto empezó a perder interés en ella y a buscarse otras “compañías”, y ella a tener celos de todas las correrías de él. Eso influyó en su comportamiento, que se volvió descentrado y poco apropiado para alguien de la realeza, lo que provocó críticas y suspicacias en la corte. Sus padres enviaron de España sacerdotes con el fin de que volvieran a poner a su hija por el buen camino, pero ella se obstinaba en no confesarse y no participar en los ritos religiosos, para espanto de su madre.
Aunque el matrimonio no fue nada feliz, tuvieron seis hijos: Leonor, Carlos, Isabel, Fernando, María y Catalina. Todos, a la postre, fueron muy bien colocados en las coronas europeas por su hermano Carlos I de España y V de Alemania, emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico.
Al morir sus hermanos, Juana se convirtió en heredera de Castilla y Aragón. Por este motivo el matrimonio dejó Flandes y a los 3 hijos que tenían hasta el momento al cuidado de los Habsburgo y regresaron a Castilla a jurar su nuevo estatus como herederos de la corona. Lo hicieron en la catedral de Toledo el 22 de mayo de 1502.
Algún tiempo después Felipe tuvo que marcharse a su tierra y Juana, que estaba muy embarazada, tuvo que quedarse. Después de tener a su cuarto hijo, Fernando, Juana quiso volver a Flandes, pero su madre se opuso enérgicamente y la encerró en el castillo de la Mota. En 1504 y tras varios meses de rifirrafe, la reina Isabel cede, Juana se va y su madre se muere el 26 de noviembre de ese mismo año.
Muerte de Felipe el Hermoso (Charles de Steuben) |
La reina Juana
Peregrinación de Juana con el cadáver de su marido (Francisco Pradilla) |
Encierro de la reina Juana y la infanta Catalina en Tordesillas (Francisco Pradilla) |
En 1516 murió Fernando el Católico y Juana pasó a ser también reina de Aragón. Este es el momento (al menos teórico) en que se configura lo que ahora llamamos España.
Hasta la llegada del príncipe Carlos, ejercieron la regencia el arzobispo de Zaragoza en Aragón y el cardenal Cisneros en Castilla.
En su encierro, Juana y su hija Catalina, fueron ninguneada, humilladas y maltratadas física y psicológicamente. Además, cuando llegó su hijo Carlos, expolió el palacio y se llevó tapices, cuberterías, joyas, muebles y cuantas cosas de valor pudiera haber, además de dar instrucciones para que las torturasen si no cumplían con sus deberes religiosos.
En 1525 se llevaron a Catalina para casarla con el rey Juan III de Portugal, quedando así la reina completamente sola.
La locura de Juana fue, mayormente, una maniobra de su padre primero y de su hijo después para arrebatarle el poder y el reino. Era una mujer rebelde y excéntrica a la que le costaba doblegarse y someterse, y por eso mismo, molesta. Evidentemente, esta lucha pudo afectarle a la cordura.
Los comuneros: Un intento de salvar a la reina legítima, Doña Juana.
Juana, desde su palaciega y desmantelada cárcel, escribió mucho, muchas cartas cuyo contenido ponía de manifiesto que no estaba tan loca como les estaban haciendo creer y, a pesar de los esfuerzos de Fernando el Católico y Carlos I por destruir esta correspondencia (por eso apenas se conservan esos documentos), había filtraciones al pueblo, que no quería demasiado a Carlos.
Carlos I, a pesar de ser hijo de la reina, era el emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico desde 1519, un extranjero que no hablaba castellano. Los conflictos generados por el aumento de impuestos para fines imperiales que nada tenían que ver con Castilla, la invasión de extranjeros y nobles en puestos de mando, la competencia en la economía con productos del imperio, en especial con la lana, y otra serie de asuntos, empezaron a hartar mucho a las ciudades. Pero el colmo llegó cuando, al ausentarse el rey Carlos para coronarse como emperador de Aquisgrán dejó como regente al cardenal neerlandés Adriano de Utrecht (que luego fue el papa Adriano VI).
El emperador Carlos V (Tiziano) |
Las revueltas empezaron en Toledo, y pronto se extendieron por las demás comunidades castellanas, siendo capitaneadas por Juan Padilla (Toledo), Juan Bravo (Segovia) y Pedro Maldonado (Salamanca).
La ciudad de Medina del Campo disponía entonces de una importante guarnición de artillería y armas, y Adriano de Utrecht, a través de los lugartenientes Ronquillo y Fonseca ordenó a la ciudad la entrega del arsenal. La ciudad se negó y ellos incendiaron la ciudad. Este fue el detonante de la guerra de las Comunidades.
Después de asaltar, a finales de agosto de 1520, el palacio donde la reina Juana estaba confinada y ponerle al día de los acontecimientos (allí la informaron de que su padre se había muerto cuatro años antes), los comuneros crearon la Santa Junta en Tordesillas, con el objeto de restituir el buen nombre de la reina, demostrar que no estaba loca, que todo era un complot de su padre y de su hijo para quitársela de en medio y proclamarla como única y legítima reina.
Juana les animaba con palabras, pero después de dos años de guerra en que los comuneros trataron, sin éxito, de convencerla para que se pusiera al frente de la rebelión y firmase los documentos pertinentes por su condición de reina, se lo suplicaron incluso, ella seguía negándose a actuar en contra de su hijo. El movimiento empezó a perder fuerza y a tener disensiones internas. Tras la derrota en la batalla de Villalar, las Comunidades abandonaron la lucha, salvo Toledo, que aguantó un poco más. Los dirigentes comuneros, Padilla, Bravo y Maldonado fueron decapitados y Juana volvió a su prisión, pasando una larga temporada de “castigo" confinada en una habitación sin ventanas y sin un rayo de luz. Llega el absolutismo a España.
Juana I de Castilla: El fin de una reina.
A partir de ese momento y sobre todo después de que la separasen de su hija, la salud de Juana se deterioró rápidamente, llegando incluso a perder la movilidad de las piernas. Su indolencia por la religión fue tomada otra vez como un síntoma de su perturbada cabeza.
Murió sin querer confesar ni recibir la extremaunción el 12 de abril de 1555 a los 75 años.
Los restos de Juana l la Loca, Felipe el Hermoso, los Reyes Católicos Isabel y Fernando, y los del pequeño Miguel, hijo de la infanta Isabel, descansan en la diminuta y sencilla cripta de la Capilla Real de Granada.
Los restos de Juana l la Loca, Felipe el Hermoso, los Reyes Católicos Isabel y Fernando, y los del pequeño Miguel, hijo de la infanta Isabel, descansan en la diminuta y sencilla cripta de la Capilla Real de Granada.
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Y ahora pregunto: ¿Juana la Loca? ¿Y quién no se volvería loco después de pasar 46 años encerrado, ninguneado, maltratado, vilipendiado y despojado de sus derechos legales y como persona, por un marido, un padre y un hijo henchidos de prepotencia y ambición, que toda tu vida han intentado mantenerte fuera de la circulación por cualquier medio?
Fotos: Wikemedia Commons.
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