Vicente Ferrer Moncho, un hombre bueno.





“Mi trabajo consiste en conseguir sueños imposibles”
Foto de Anna para Flickr
A veces, cuando pensamos que “el hombre es un lobo para el hombre”, nos sorprende una gran persona que hace que no perdamos la esperanza en el corazón humano. Uno de estos es Vicente Ferrer Moncho, a veces conocido como El Padre Ferrer. Con él, la Iglesia, que tanto habla de bondad, generosidad y amor, ha tenido la oportunidad de enriquecerse con un santo de verdad, y sin embargo, lo dejó pasar...

Vicente Ferrer, la necesidad de hacer algo útil.

Vicente Ferrer nació el 9 de abril de 1920 en Barcelona. Siendo un chaval de 16 años, tuvo que enrolarse en el ejército republicano, en la llamada Quinta del Biberón y, a tan temprana edad, conoció el dolor de la derrota y las miserias de un campo de concentración. Cuando terminó la guerra empezó la carrera Derecho en la Universidad. No obstante, en su deseo de ayudar a los pobres, floreció su vocación religiosa y en 1944, abandona la carrera e ingresa en la Compañía de Jesús, en la creencia de que esta orden era la que más se adaptaba a su ideal para cumplir su misión. Vicente no se conformaba con rezar. Quería ser útil. No solo amaba a Dios. Amaba a los hombres (y, como gramaticalmente hablando, soy una clásica, utilizo el masculino plural para englobar hombres, mujeres y a todas las personas). Y los amaba tanto que decidió dedicar su vida a los más desfavorecidos de la Tierra.

El 13 de febrero de 1952 llega a Bombay como misionero jesuita y empieza la andadura de este gran santo no reconocido. Terminada su formación fue ordenado sacerdote en 1956.

Niños en un pozo de agua.
Foto de Ritst Arya en Pexels

Su primer destino fue a la ciudad india de Puna, para dedicarse allí a la vida contemplativa y la oración, pero constató que no era lo suyo. Vicente quería realmente hacer cosas y solventar problemas por lo que pronto pidió el traslado, primero con una tribu de las montañas, donde estuvo pocos meses. En 1958 lo destinaron a la misión de Mammadh, en el Estado de Maharashtra, una de las zonas más pobres del país. Allí empezó su trabajo de campo de verdad. A veces, ayudar al que lo necesita o dejar que nos ayuden cuando lo necesitamos no es tan fácil. Por ambas partes supone un esfuerzo, una inseguridad, romper con la rutina y enfrentarse al poderoso de turno, así que Vicente Ferrer tuvo que luchar mucho y muy duro contra los de arriba y contra las reticencias del pueblo. Obligó, persuadió y convenció a la gente para trabajar la tierra, fertilizarla, cultivarla, abrir pozos y valerse por ellos mismos. Poco a poco generó un movimiento solidario bajo el lema El milagro de dar donde los más pudientes daban micropréstamos (sin intereses) a los campesinos, muchas veces constituidos en pequeñas cooperativas, para hacer pozos de agua, conseguir asesoramiento y semillas (enviadas por Cáritas en muchos casos), que los campesinos devolvían religiosamente con las cosechas de las pequeñas parcelas de regadío. En los siguientes diez años creó escuelas, hospitales, viviendas dignas, entornos decentes, pozos y embalses de agua y servicios varios. Solicitó y recibió ayudas de mucha gente, que veía un milagro en como un solo hombre estaba sacando esa olvidada región de la miseria.

Pobreza en la India
Foto de Billycm en Pixabay
Pero como casi siempre, los poderosos, que consideran amenazados sus intereses y se resisten a que los pobres levanten la cabeza, los políticos nacionalistas y radicales, los religiosos hinduístas que pensaban que se estaba comiendo su terreno solicitaron la expulsión del sacerdote de la India. El detonante fue un artículo publicado en un periódico de gran difusión en la India titulado La revolución silenciosa. El 27 de abril de 1968 le llega dicha orden, que tendría que ser efectiva en 30 días. Más de 30.000 campesinos de Mammadh se echaron a la calle y fueron a pie hasta Bombay, a unos 250 km, bloqueando la carretera y paralizando la ciudad con mítines, manifestaciones y actos de protesta. Se constituyó a nivel mundial un "Comité de Defensa del Padre Ferrer" donde sectores religiosos, intelectuales, políticos y de todos los ámbitos de la cultura mostraron su apoyo. Se recogieron miles de firmas y fue propuesto para el Premio Nobel de la Paz. Una joven periodista británica afincada en India, Anna Perry, le entrevista para su periódico, que se había volcado en la defensa de Vicente Ferrer y queda prendada de la labor del sacerdote. Poco después deja su trabajo en el periódico, se une al "Comité de Defensa del Padre Ferrer" donde se convierte en secretaria y empieza a trabajar codo con codo con él. 

Ante tanta presión internacional, la primera ministra Indira Ghandi le “recomendó” unas vacaciones forzosas fuera del país, asegurándole que no tendría problemas en regresar a la India. Aunque sí pudo regresar con alguna demora en el tiempo y después de que Indira Ghandi en persona intermediara por su visado, tampoco se lo pusieron fácil, pues no querían acogerle ninguna región. Recala en la mísera y desértica región de Anantapur.

Vicente Ferrer empieza de nuevo.

En 1969 funda en Anantapur, con la ayuda del inglés Ronald Hudson y varias ONG´s, el Consorcio para el Desarrollo Rural (RDT), premiada en 1994 con el Premio Nacional al Mejor Proyecto Ecológico por el gobierno holandés.

También en 1969 crea, junto a Anna Perry la Fundación Vicente Ferrer para el sostenimiento económico de su obra en la India y en la que, entre otras cosas, a través de donaciones se puede apadrinar a un niño y garantizar su educación y mantenimiento. En 1996 la Fundación abre su primera oficina en España (Barcelona).

Mujeres indias trabajando del campo.
Foto de Pixabay
Pero la lucha en Anantapur también es muy dura y difícil. Su propósito de mejorar organizadamente la vida de las personas y rentabilizar el campo para conseguir autosuficiencia económica, da de bruces con el sistema de castas, tan implantado en la India, donde uno no puede salir de la casta mísera en la que nace porque es hereditario; con las enormes diferencias sociales, en las que las mujeres, los lisiados o minusválidos o los "intocables" (dálits) son menos que nada y no tienen derecho a nada; los conservadores, que sienten amenazada su estabilidad y con la propia Compañía de Jesús, donde un amplio sector discrepara de su forma de hacer y le quiere enviar a Europa, lo que le lleva a abandonar la Compañía. Así, Vicente, que vive y lucha por los más pobres, marginados y desheredados, que ha consagrado su vida a ellos, se queda solo.

Se queda solo con el único apoyo de Anna Perry. Se casan en 1970. Esta boda es muy mal vista por los sectores más conservadores y religiosos. No solo porque Anna es 27 años más joven, sino que, además, es protestante. La Compañía de Jesús, le cierra las puertas en toda la India. Anna y Vicente tuvieron tres hijos, Moncho, Yamuna y Tara.

Vicente y Ana Ferrer
Foto de Capics para Flickr
Vicente, Anna y un grupo de voluntarios laicos se ponen manos a la obra: ofrecen trigo a cambio de trabajo. Pronto este intercambio se multiplica. Se abren miles de pozos que mejoran notablemente las condiciones de la población.

No solo la Iglesia le da de lado. Su persecución por parte de las recelosas autoridades de la región fue especialmente intensa en la primera mitad de la década de los 70, e incluso, estuvo a punto de ser encarcelado. Después de su denuncia por acoso, la justicia falló a su favor. Continuó pateándose las tierras de la India desgastando las suelas de las sandalias hasta hacerlas desaparecer y trabajando con su equipo incansablemente hasta su muerte.

Sin embargo, su "gente", "sus pobres" y el mundo entero reconoce su labor solidaria, cooperante y humanitaria. Entre otros muchos premios y galardones a nivel mundial, en 1998 recibió, junto con otros hombres de bien, el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia.

Vicente Ferrer murió el 19 de junio de 2009 en su casa de Anantapur rodeado por su familia y admirado y querido por el mundo entero.

El día siguiente, el Ministerio de Asuntos Exteriores de España crea el Premio Vicente Ferrer de Cooperación Internacional, para ensalzar a todas personas o instituciones que hayan destacado en su labor humanitaria. 

A su fallecimiento, la Fundación había abierto tres hospitales generales, uno de VIH, un centro de control de natalidad, 14 clínicas rurales, más de 1650 escuelas, más de 30.000 viviendas, más de 2,7 millones de árboles plantados, multitud de obras sociales, pozos y embalses de agua y muchos miles de niños apadrinados. 

Anna Ferrer 
(Foto de Juan Alonso para Wikimedia Commons)
A día de hoy Anna Ferrer, presidenta de la Fundación, y su hijo Moncho como su sucesor, siguen trabajando para los más desfavorecidos, habiendo multiplicado sus centros y su ayuda en todos los sectores y llegando su mano generosa a varios millones de personas.

Algunas de sus frases:

"He declarado la guerra al dolor y al sufrimiento y he firmado un compromiso de paz: contribuir a la unidad entre las naciones y los pueblos".

“Mi trabajo consiste en conseguir sueños imposibles”.

"La acción buena nos hace felices, la mala nos destruye".

“La acción es una oración sin palabras .... La acción buena contiene todas las filosofías, todas las ideologías, todas las religiones”.

“Ninguna acción buena se pierde en este mundo. En algún lugar quedará para siempre”.

"La pobreza no está solo para entenderla sino también para solucionarla".

"La acción une a los hombres. Las ideologías suelen separarlos".

"Lo importante es hacer el bien".

Epílogo: Sí hay personas buenas, inteligentes, valientes, generosas, trabajadoras y activas. No vale criticar sin aportar. En nuestro reducido entorno siempre podemos hacer algo para mejorar la vida a alguien, para mejorar la educación, para mejorar el medio ambiente o para mejorar el planeta. Si todos pusiéramos nuestro granito de arena, en positivo, quizás el trabajo de estas grandes personas, los héroes de nuestro tiempo, los santos sin reconocer, sería un poco menos duro y un poco menos difícil.

Comentarios

  1. Magnífico resumen de Don Vicente Ferrer. Padre de Anantapur.
    Charo M. R.

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