Juan Latino: de esclavo a primer catedrático negro de la historia.



Niño negro. https://pinceladasdelpasado.blogspot.com. Foto PixabayEsclavo, negro, siglo XVI… No parece que se partan de las mejores condiciones para que un hombre prospere. Sin embargo, Juan de Sessa, Juan Latino para los amigos, lo hizo. Fue la primera persona de raza negra y esclavo desde su nacimiento en ser universitario, catedrático, publicar un libro y ser una figura relevante del Renacimiento español. Una hazaña de superación personal. Un granadino de residencia y de corazón, lamentablemente casi olvidado por la Historia. 

Pincelada sobre la esclavitud en España. 

Cuando oímos la palabra «esclavo», se nos vienen a la cabeza las horribles imágenes de negros azotados, maltratados, con grilletes o hacinados en los barcos de los traficantes. Y es verdad. Así o peor. Todo es poco. 
Barco negrero Johann Moritz Rugendes (1802-1858). Foto Wikimedia Commons. https://pinceladasdelpasado.blogspot.com
Barco negrero
Johann Moritz Rugendes (1802-1858)
Museo Itaú de Cultura
São Paulo (Brasil)



Dice el refrán, que en el país de los ciegos, el tuerto es el rey. España era el tuerto. España no iba a la caza del negro ni traficaba con ellos, «solo» los compraba con el propósito de utilizarlos como mano de obra en las posesiones de las américas, fundamentalmente, ya que el nativo de allí, desde muy pronto se le consideró «persona» y no «esclavizable», pues no era muy apto para el trabajo duro. En el resto de las potencias colonizadoras de América los esclavos negros no tenían derecho a nada absolutamente, se podía hacer con ellos lo que se quisiera, cualquier barbaridad ¡cualquier barbaridad!, azotarlos, mutilarlos, explotarlos hasta la muerte, abandonarlos a su suerte si no eran rentables, separarlos de sus familias, ejecutarlos… y todo quedaba impune puesto que no había ninguna legislación que los protegiera. En España era algo distinto: se aplicaba una mezcla del sistema de esclavitud del Código de la Siete Partidas de Alfonso X (que se irá modificando con el tiempo) y del Derecho Romano respecto a este asunto, de forma que en el que el esclavo tenía algunas concesiones, como ser considerados personas con alma, mantener la unidad familiar, a manumitirse (conseguir la libertad) de alguna forma, aunque casi imposible para la mayoría, poder denunciar los abusos de su amo y ser oídos como un ciudadano libre, es decir, tenían un derecho legal a la defensa y otros «beneficios». Y los amos por su parte, tenían sus obligaciones, como atenderles en la enfermedad o la vejez, no castigarlos físicamente con mucha crueldad, a una pequeña gratificación económica o darles la libertad cuando se la pudieran pagar, entre otras cosas. Esto era la teoría, porque en la práctica dependía mucho del dueño que le tocase para ser un esclavo afortunado o un esclavo desgraciado. Muchas veces, el miedo de los esclavos a denunciar las tropelías por las posibles represalias o la sospecha de parcialidad de los jueces, la ignorancia de los propios derechos y la seguridad de los dueños de tener la sartén por el mango, hacían mantener ignorantes a los esclavos, que esos «beneficios» se saltasen a la torera y que los abusos fueran el pan de cada día. 

Sin embargo, como se suele decir, la Historia la escriben los vencedores, en este caso el mundo anglosajón, que alimentó la leyenda negra de España, entre otras cosas para mermar el poder del Imperio y/o quedarse con nuestras posesiones en América y en otros lugares del mundo. 

Recomiendo encarecidamente escuchar el podcast de Memorias de un Tambor dedicado a la esclavitud porque es una pasada y se aprende mucho. 

Es en este contexto de los primeros años de la esclavitud negra -tengamos en cuenta que a América se llega en 1492 y que es poco después cuando los portugueses, primeros exportadores de negros, empiezan con su tráfico haciendo escala en puertos españoles-, cuando llega al mundo nuestro protagonista, Juan Latino. 

JUAN LATINO 

El lugar de nacimiento no está claro. Podría ser que fuera capturado en Etiopía, África junto a su madre por esclavistas portugueses, llevados al Algarve y vendidos en Sevilla para la casa del duque de Sessa en Baena (Córdoba). Tampoco está claro que fuera de Etiopía, pues parece ser que en esa época, a todos los negros africanos se les decía etíopes. Según alguna otra versión, podría ser español, hijo de una pareja de esclavos africanos propiedad del duque de Cabra y que nació en Baena sobre 1518. Sin embargo, él afirmó en alguna ocasión que había nacido libre, -«cristiano etíope»- por lo que quizás la primera opción fuera la más probable. 

Escudo Casa Sessa. Monasterio Jerónimos. Granada. https://pinceladasdelpasado.blogspot.com
Escudo de la Casa de Sessa.
Monasterio de San Jerónimo. Granada.

El caso es que el pequeño Juan terminó siendo propiedad de Luis Fernández de Córdoba y Zúñiga, conde de Cabra, y su mujer -y prima- Elvira Fernández de Córdoba, II duquesa de Sessa e hija y heredera de Gonzalo Fernández de Córdoba y Enríquez de Aguilar, por todos conocido como El Gran Capitán, y que por aquél entonces vivían en Baena. Al pequeño esclavo le pusieron de nombre Juan, y, como era habitual en la época, el apellido de sus amos, de Sessa. Hay una anécdota que dice que, ante la duda de que los negros tuvieran alma o, en caso de tenerla, eran más susceptibles a la invasión del diablo, le bautizaron hasta cinco veces, «por si acaso». 

En 1521, el matrimonio  Sessa viaja a Italia. Elvira tiene que tomar posesión de la herencia de su padre, El Gran Capitán, en los territorios napolitanos. Parece que ya les acompañaba su primer hijo Gonzalo, y algunos parientes más. Tras una breve estancia en Roma, se instalan en Nápoles para tomar posesión de la herencia y, tras un periodo allí en el que Luis ejerce como embajador en el Reino de Nápoles, vuelven a Roma, donde fue embajador en los Estados Pontificios. Quiso la mala fortuna que en poco tiempo fallecieran los padres de Gonzalo. Primero, la madre en 1524 en el parto del quinto hijo, que tampoco sobrevivió. A instancias de don Luis Fernández de Córdoba, viaja a Italia María Manrique de Lara, madre de Elvira y viuda  del Gran Capitán (fallecido en 1515) para hacerse cargo del los niños. Poco después, en 1526,  Luis fallece por enfermedad, no sin antes encomendar el cuidado y la educación de sus hijos a su suegra. 

Fachada del Monasterio de San Jerónimo. Granada. https://pinceladasdelpasado.blogspot.com
Fachada del Monasterio de San Jerónimo.
Granada


María Manrique de Lara, duquesa de Sessa y de Terranova, fue una mujer extraordinaria. Era  una noble descendiente de Fadrique Manrique, un hijo bastardo del rey de Castilla Enrique II, y había sido dama de la reina Isabel la Católica. Las hazañas de su marido, El Gran Capitán, fueron tan importantes y tan grandiosas para el Imperio Español, para la Corona y para la Historia, que ella ha pasado prácticamente eclipsada. María fue una mujer con un gran poder, inteligente, culta, humanista, amante y protectora del arte y las letras, decidida y mecenas. Como su marido estaba siempre guerreando por ahí, ella se dedicó a buscar financiación para las campañas contra los turcos, los viajes de Colón, levantar el magnífico Monasterio de San Jerónimo, iniciado por los Reyes Católicos, administrar el enorme patrimonio que el matrimonio iba acumulando y a traer el Renacimiento Italiano a Granada. 
En este Monasterio de San Jerónimo, fueron enterrados el Gran Capitán, su mujer y sus hijos. Sin embargo, durante la Guerra de la Independencia, los franceses saquearon el Monasterio, profanaron la tumba de este prócer español y tanto sus restos como sus recuerdos, entre ellos su preciada espada, se perdieron quizás para siempre. 

Así pues, la abuela con sus nietos vuelve a España y se instalan en Granada junto a su corte, entre los que se encontraba el esclavo/siervo Juan. Desde muy pequeño, a Juan le asignan al servicio de Gonzalo, el primogénito de los Sessa, un par de años menor que él. De esta forma, además de su relación «profesional», eran compañeros de juegos y ni la raza, estatus, riquezas o pobrezas impidió que entre los dos niños surgiera una fuerte y sólida amistad que duraría toda su vida. 

Pues bien, la noble dama muere en 1527 dejando nuevamente solos a los niños. Un tío es designado el tutor de los pequeños. Gonzalo Fernández de Córdoba y Fernández de Córdoba, con apenas siete años, se convirtió en Duque de Sessa y Conde de Cabra y heredó más títulos nobiliarios y posesiones de los que podía aprenderse de memoria. Dadas sus responsabilidades futuras, sus tutores y preceptores se encargaron de que recibiera la mejor y más completa y esmerada educación. También esto implicó que, ya adolescente, las obligaciones inherentes a su título, le obligaran a pasar mucho tiempo fuera, en la Corte del rey Carlos I, y que los amigos tuvieran que separase durante largas temporadas. 

Pero en nuestra narración vamos a separar los caminos. Vamos a dejar en segundo plano al niño blanco, noble, de la más alta posición y que a la postre sería un gran humanista, mecenas, militar y político y vamos a ver quién fue Juan Latino, otro niño, pero esta vez esclavo y negro. 

Arzobispo Pedro Guerrero. https://pinceladasdelpasado.blogspot.com. Foto Wikipedia.
Arzobispo Pedro Guerrero.
Arzobispado de Granada.

Como parte de su trabajo, Juan acompañaba a Gonzalo a sus clases. Gonzalo se había cuadrado a su abuela y le había dicho que no iría a sus clases si no era con su amigo negro. Y no se equivocó con su amigo. El color de su piel no ocultaba su inteligencia y su condición de esclavo no doblegaba su dignidad. Así, a la par que su amo aprendía, él también. De la misma forma acompañó a su amo y amigo al Colegio Real. En 1526, durante los meses de su estancia en Granada, emperador Carlos I  decide que esta ciudad merece una universidad y así funda el Colegio Imperial de San Miguel de Granada (Universidad), dependiente, entonces, del arzobispado. Esta vez, la institución no era tan permisiva como los tutores anteriores, y Juan no podía entrar en el aula puesto que no podía matricularse, por lo que se quedaba escuchando fuera, en la puerta, todo lo que allí se impartía. Años más tarde, el dramaturgo sevillano Diego Jiménez de Enciso (1585-1634) escribiría sobre él: “Aprende con gran pena y gran trabajo, porque no entra en la clase, y en la puerta se baxa, y oye, y mira por debaxo, y saca la lición entera y cierta". Pedro de la Mota, catedrático de Gramática de la Universidad de Alcalá que había venido como profesor a la recién inaugurada Universidad de Granada -1531-, se quedó admirado de su inteligencia y su interés y lo tomó bajo su protección. Pedro de la Mota había sido alumno de Antonio de Nebrija (1444 -1522), humanista, historiador, lingüista, catedrático, escritor y un montón de cosas más. Entre ellas fue el autor de la primera gramática de la lengua española y del primer diccionario de español/latín. Un personaje importantísimo en las letras y el Renacimiento español. Aunque en un principio Juan se decantó por medicina, al final optó por las letras. Fue, por tanto, cultivando todas las artes liberales, humanidades, ciencias, gramática, poesía, latín, griego, música (fue un hábil intérprete de vihuela -parecida a la guitarra-, órgano, laúd y arpa, así como el manejo del caballo y la espada a la par que Gonzalo, mostrándose como una cabeza privilegiada. Se convirtió en un erudito en Gramática, Griego, Lengua Castellana y, sobre todo, Latín. Fue este profesor, Pedro de la Mota, el que lo introduce de lleno en el estudio del Latín y hace de Juan el mayor experto y erudito de esta lengua en ese siglo y los posteriores. También le introduce en los ambientes más selectos de la cultura granadina. 

Fachada de la Catedral de Granada. https://pinceladasdelpasado.blogspot.com
Fachada de la Catedral de Granada.

Real Chancillería de Granada. https://pinceladasdelpasado.blogspot.com
Real Chancillería de Granada.

Juan de Sessa, a pesar de su color de piel, era respetado y valorado por la floreciente intelectualidad de la época, así como en los más altos estamentos sociales y culturales, codeándose con Garcilaso de la Vega,  Juan Rufo y Juan Boscán entre otros. También  era muy estimado por las altas esferas de la Iglesia, como el arzobispo Pedro Guerrero (desde 1546) o el cardenal Pedro de Deza, presidente de la Real Chancillería de Granada, que lo tuvieron siempre bajo su protección. 

En 1546 obtuvo el título de Bachiller. Era algo mayor que sus compañeros, pero su situación y sus otras obligaciones, hacían que le resultara muy complicado ir a la par que el resto. Por esas fechas fue manumitido, es decir, fue liberado de su condición de esclavo, por su señor y amigo Gonzalo, el cual le otorga una renta para que pueda continuar con sus estudios. Como hombre libre, se puso a trabajar. Fue profesor de música y hacía traducciones del latín y el griego, entre otras cosas. Se enamoró de una joven y blanca alumna suya de música, Ana de Carleval, hija de un concejal y administrador del ducado de Sessa. Parece ser que el padre de la chica se oponía en principio a la boda de su querida hija, a la que habría prometido a otro joven, pero hubo política de «hechos consumados»: Ana se quedó embarazada. Así que, previa intermediación de Fernández de Córdoba, el arzobispo Guerrero y algún otro, al final el padre cedió y, rompiendo con todos los prejuicios de la época, se casaron en 1549. Tuvieron cuatro hijos mulatos (Juana -1549, Bernardino -1552, Ana -1556 y Juan -1559), en un matrimonio pionero, interracial y feliz. 

Ana había estado prometida por su padre a Fernando de Válor y Córdoba, un joven de familia musulmana descendiente de los Omeyas, convertida al cristianismo al final de la Reconquista. Con el tiempo, Fernando, se pondría al lado de los moriscos en el conflicto de las Alpujarras, se cambió a su nombre islámico, Muhammad ibn Umayya, conocido como Abén Humeya y se proclamó primer rey de los moriscos en las Alpujarras. En la rebelión de las Alpujarras (1568-1571), la población morisca del Reino de Granada se levantó contra la Pragmática Sanción de 1567 promulgada por el rey Felipe II, por la que se limitaban sus derechos, sus libertades y su expresión cultural. 

En 1556, Juan de Sessa se licenció con brillantez en la Universidad de Granada. También en 1556 fallece su mentor Pedro de Mota y Juan, con el apoyo de su amigo Gonzalo y el arzobispo Pedro Guerrero, postula a la vacante de la Cátedra de Gramatica y Latín y la gana el 31 de diciembre de ese mismo año, siendo así el primer catedrático universitario de raza negra del mundo. Este cargo lo ejerció durante veinte años. Poco más tarde obtiene el doctorado en Artes. Toda su vida se dedicó a la enseñanza y fue un gran y querido profesor, tanto por sus colegas como y, sobretodo, por sus alumnos. 

Una de sus alumnas fue Elena/Eleno de Céspedes. Otro personaje fascinante que da para un libro. Nacida como Elena de Céspedes, mulata, hija/o de una esclava negra y su dueño, Benito de Medina, fue casada con un hombre. Fue madre, viuda, transexual, casado con una mujer, condenada/o por la Inquisión, obtuvo los títulos de Medina y Cirugía… Es la primera persona transgénero documentada en Europa. ¡Y luego nos quejamos de nuestras dificultades! 

Casa de los Tiros. Granada. https://pinceladasdelpasado.blogspot.com
Casa de los Tiros. Granada.


Juan era asiduo en las tertulias de hombres de letras de la época, donde se codeó con lo más selecto de la intelectualidad en la llamada Escuela de Poesía Granadina. Se reunían en la Casa de los Tiros (Cuadra Dorada), propiedad de Pedro de Granada Venegas, fundador de la academia, poeta y aristócrata, descendiente de una familia noble de moriscos. Aunque en general Juan era bien recibido, también es verdad que en una sociedad aún esclavista (lo fue hasta el siglo XIX), el racismo estaba a la orden del día y Juan tuvo que luchar con ello, pues no todo el mundo veía bien ni correcto que un negro tuviera acceso a tanta sociedad, tanta educación y tanto saber. Y a veces se lo hacían notar. Se cuenta que en una de estas tertulias, Gregorio Silvestre, poeta portugués y organista de la catedral, no le saludó o le ignoró en una conversación. Juan Latino, molesto ante ese desprecio le pido explicaciones, a lo que el portugués contestó: "Perdone, señor maestro, que entendí que era sombra de uno de estos señores”. 

Además de profesor, Juan de Sessa fue un prolífico escritor (se han perdido muchos de sus escritos), aunque casi toda su obra estaba en latín. Tanta admiración causaba en sus maestros y sus compañeros que empezaron a llamarle con el apodo de Latino. Al final, él también se sintió orgulloso del apelativo y lo asumió como propio. 

En 1565 pronunció el discurso de apertura del curso en la Universidad de Granada. Esto supuso una revolución. ¡Un negro primus inter pares (primero entre iguales) en la Universidad! Es decir, entre la comunidad universitaria, por primera vez un negro era el más relevante.

D. Juan de Austria. Alonso Sánchez Coello. 1567. https://pinceladasdelpasado.blogspot.com. Foto wikipedia.
D. Juan de Austria con armadura.
Alonso Sánchez Coello. 1567
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Monasterio de las Descalzas Reales (Madrid)

Juan Latino, ya en la cincuentena conoció al joven don Juan de Austria cuando este vino a Granada a sofocar la rebelión de las Alpujarras. Se lo presentó su amigo Gonzalo. Desde entonces y hasta la prematura muerte del de Austria, mantuvieron muy buena relación e incluso compartían partidas de ajedrez. Ni que decir tiene que en este conflicto, a pesar de la raza o de los asuntos de servilismo (los prisioneros de ambos bandos se vendían como esclavos), Juan Latino se puso a favor del bando cristiano, defendido por don Juan de Austria, como buen amigo, buen cristiano, buen español y buen patriota que era. Aunque quizás por sus orígenes de sometimiento se sintiera bastante cercano al pueblo musulmán. Quizás tuviera sus conflictos internos… Por supuesto, escribió sobre estos acontecimientos. 

También, en la Guerra de Lepanto (1571), se implicó para apoyar a su mentor y mecenas Gonzalo Fernández de Córdoba, que combatía allí a las órdenes del héroe de la batalla, don Juan de Austria. Así, escribió La austriada, poema que ensalza las hazañas de don Juan de Austria en la batalla de Lepanto (7/10/1571). Fue en el año 1573, con Epigramas, un conjunto de escritos en latín que incluye composiciones dedicadas al heredero de la corona, Fernando, hijo de Felipe II, al papa Pio V o la misma La Austriada a don Juan de Austria, con el que Juan Latino se erigió como el primer negro del mundo en publicar un libro en una imprenta

Felipe II. Sofonisba Anguissola. 1565. https://pinceladasdelpasado.blogspot.com. Foto Wikipedia.
Felipe II. Sofonisba Anguissola. 1565
Museo Del Prado (Madrid)


Capilla Real. Granada. https://pinceladasdelpasado.blogspot.com
Capilla Real. Granada.

En 1576 escribe De translatione corporum regalium, un relato sobre el traslado de los restos de los reyes desde Granada al panteón de El Escorial. En este asunto, a petición de los regidores y eclesiásticos de la ciudad, que tenían gran fe en él, medió ante el rey para que los restos de los Reyes Católicos, por su vinculación a esta ciudad, por el fin de la Reconquista y porque así lo habían manifestado los propios monarcas en sus testamentos, permanecieran en Granada. Y ahí siguen, en la Capilla Real. A él se lo debemos. 

En 1578 murió su protector y amigo de la infancia Gonzalo Fernández de Córdoba, dejándolo desolado. Siempre supo y le agradeció infinito que si no hubiera sido por Gonzalo, un esclavo como él no hubiera tenido la oportunidad de cambiar el rumbo de su vida, sentenciada ya desde su nacimiento. A él le dedico su elegía Ad Excellentissimum et Invictissimum D. Gonzalum Ferdinandez a Corduba, en 1585. Juan Latino tuvo la suerte de dar con gente de mentalidad abierta que supieron ver el alma, el corazón y la cabeza privilegiada de un hombre por encima del color negro de su piel de esclavo. Y él tuvo la bondad y la inteligencia de valorarlo y aprovechar la oportunidad. 

Hacia 1582 se hizo otro amigo, San Juan de la Cruz, que para entonces era prior del convento carmelita de los Mártires. Debió ser un consuelo para él, que ya se empezaba a encontrar mayor y a tener achaques. 

Juan Latino tuvo muy claro toda su vida que el saber, el conocimiento y la disposición hacia los demás eran los caminos para obtener su libertad y su reconocimiento social. Y se aplicó a ello. Fue muy querido, admirado y respetado por todos. No solo entre sus colegas o los intelectuales de la época, sino entre la sociedad granadina que rompieron con él los tabúes y los prejuicios y lo aceptaron como un hombre libre más. Entre sus amigos se encontraban, además de Gonzalo y otras personalidades de la familia Sessa, el arzobispo Guerrero, el cardenal Deza, Juan Boscán o Garcilaso de la Vega, Juan de la Cruz (aún no era santo, claro), Diego Hurtado de Mendoza, Íñigo López de Mendoza, IV conde de Tendilla, don Juan de Austria, etc. Incluso el rey Felipe II, el rey entonces más poderoso del mundo, mandó hacer un retrato suyo para la Galería de Hombres Ilustres del Álcazar Real de Madrid. Cuadro que, por desgracia, se perdió junto con numerosísimas obras de arte en el incendio que destruyó el edificio en 1734. Lamentablemente, con esta pérdida nos quedamos sin la única imagen que había de este gran hombre. En mi opinión, y siempre con las limitaciones de cada época, España nunca ha sido tan racista como otros países y como nos la han querido pintar.

Iglesia de Santa Ana. Granada. https://pinceladasdelpasado.blogspot.com
Iglesia de Santa Ana. Granada.


A partir de 1586 empezó a perder la vista y a enfermar. Tuvo que dejar la docencia. Murió completamente ciego entre 1594 y 1597 y sus restos, junto con los de su mujer y descendientes fueron enterrados en la pequeña pero bonita Iglesia mudéjar de Santa Ana en Granada. Sin embargo, los estragos de los franceses en 1808 y las inundaciones de 1835 por la crecida del río Darro que se llevaron plaza, fuentes y casas por delante, hicieron que tanto las tumbas como las lápidas se hayan perdido, aunque pudiera ser que se encuentren con un montón de restos que hay por allí pendientes de identificar. 

Posteriormente fue alabado por los grandes de la literatura castellana como Cervantes, que lo nombró en su prólogo de El Quijote refiriéndose a él mismo: 

“Pues al cielo no le plugo 
que salieses tan ladino 
como el negro Juan Latino”. 


O Lope de Vega, que le dedico unos versos: 

“No era tan blanco en Granada 
Juan Latino, que a la hija 
de un veinticuatro enseñaba; 
y con ser negro y esclavo 
porque era su madre esclava 
del claro Duque de Sessa, 
honor de España y de Italia, 
vino a casarse con ella 
que gramática estudiaba, 
y la enseñó a conjugar 
en llegando al amo, amas.” 

Juan de Sessa, Juan Latino, un hombre que debía estar en los Libros de Historia y que apenas si se le conoce en su tierra de adopción y en la que pasó toda su vida, Granada. Las letras españolas y la ciudad de Granada tienen una deuda de reconocimiento con este gran hombre del renacimiento, que dio una lección de valentía y superación personal: nacido esclavo y negro en el siglo XVI, llegó a ser el primer negro universitario, latinista, catedrático y en publicar un libro del mundo. 

«Sólo el que sabe es libre y más libre el que más sabe. No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas». (Miguel de Unamuno, 1864-1936. Filósofo y escritor español). 




Fotos: 
De personajes: Wikimedia Commons.
De Granada: De mi colección, hechas por mí.

Bibliografía: 

Internet:

YouTube: 
* Crónicas de la Historia. Juan Latino de esclavo a catedrático
* elnegrojuanlatino/cesareojarabo 


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